julio 2020
La Universidad, una gran casa de familia
La vida en las Residencias Estudiantiles de la Universidad es un tema muy significativo para toda la comunidad educativa. Aún más, pensando en la situación sanitaria que toca vivir a la sociedad argentina y de otras naciones. El Mag. Héctor Gelhorn brinda detalles sobre la convivencia de los alumnos en el campus universitario.
La Universidad Adventista del Plata sigue enfrentando esta situación pandémica que afecta a buena parte del mundo. Entre las particularidades que destacan la vida universitaria intercultural de esta Casa se encuentra el factor de la convivencia generada por la presencia de residencias estudiantiles.
En la normalidad, casi ochocientos alumnos utilizan este servicio dispensado por la institución y que, por la emergencia del coronavirus (COVID-19), se fue aminorando el número hasta alcanzar en la actualidad, más de trescientos cincuenta.
Sobre la realidad que viven estos estudiantes pupilos, teniendo en cuenta este escenario pandémico y socioeconómico, UAP Noticias dialogó con el Mag. Héctor Gelhorn, director de Internados de la Universidad. «Desde marzo tuvimos una migración importante de alumnos internos, movilidad originada en las medidas sanitarias aplicadas por las autoridades nacionales. Hoy contamos con trescientos sesenta y ocho jóvenes, quienes por la realidad que se vive y teniendo el receso de invierno a las puertas, han decidido quedarse en el campus universitario. Lo chicos han sido héroes en esta gesta, han mostrado una disposición inmejorable ante estas circunstancias, más allá de las ansiedades generadas por el contexto y el cambio de la modalidad de clases. El grupo ha tenido una contención importante del Centro de Asesoramiento Estudiantil, en donde los profesionales psicólogos y psicopedagogos han brindado sus servicios en este momento difícil para todos. Si algo hay que destacar es que esta comunidad funciona como una casa grande y con un espacio natural amplio, cuestión que han entendido las autoridades provinciales y municipales, en donde los chicos han desarrollado su vida durante estos meses de cuarentena realizando actividades deportivas, lúdicas y sociales y aprovechando el marco familiar que ofrece este lugar. Claro, siempre respetando los protocolos sanitarios vigentes en el país y la región».
Sin lugar a duda, este ejercicio de contención afectiva, psicológica y espiritual que requiere este grupo de residentes estudiantiles, se brinda a través de un equipo humano que siente el rigor de esta responsabilidad. «Esta realidad nos ha trastocado nuestra rutina –asevera el Mag. Gelhorn–. Solo pensar que los jóvenes disponen de la libertad de circulación dentro del marco perimetral del campus, establecido durante estos meses de COVID-19, propone una capacidad restringida del movimiento, de aislamiento social. Esto se tornó en momentos estresantes para el grupo que compone la Dirección de Internados. Es mucha la actividad diaria, cuestiones que deben resolverse, a las cuales adaptarse o readaptarse. Esta capacidad fue explícita en cada miembro de la comunidad educativa. Esto es gracias a la ayuda de Dios y, sin duda, los ángeles están haciendo horas extras en este campus».
Otro actor importante en este proceso de convivir es la confianza y dedicación de los padres, las familias de los estudiantes que residen en la UAP. «Los progenitores depositaron su confianza en que aquí sus hijos están seguros y cuidados, esto refiere gratitud y una gran responsabilidad para nosotros –afirma el director de Internados de la UAP–. Las familias están seguras de la contención social que reciben sus hijos, en cada uno de los servicios que los asisten en el campus. Además, la continuidad del ciclo lectivo, el acompañamiento en su plan de estudios y la posibilidad de un seguimiento personalizado de los docentes generaron este ambiente de confianza y seguridad en los hogares de los alumnos. También, las consultas acerca de las actividades espirituales de los jóvenes llegaban hasta nosotros, mencionándoles que sus hijos contaban con planes diarios y especiales, con propuestas individuales y grupales que nutren su vida religiosa, sumado esto a los programas propios de los sábados».