mayo 2021
40 Millas: Un proyecto de aventuras en misión
El Lic. Rodrigo Milla, capellán de la Facultad de Humanidades en la Universidad Adventista del Plata, compartió con UAP Noticias su experiencia de servicio al cumplir con su sueño.
El proyecto 40 Millas: Todo proyecto comienza con fe fue la materialización de una idea: recorrer, en moto, la Ruta Nacional No 40, columna vertebral de la República Argentina, en su trayecto de 5140 kilómetros que atraviesa once provincias, más de ciento treinta ciudades y decenas de parajes, abarcando de esta manera gran parte del país y de la vasta cultura argenta. «A finales del 2019 y principios del 2020, Dios me permitió poder concretar este viaje, el cual venía siendo un plan del corazón que tenía hacía ya varios años», menciona Rodrigo Milla.
«Tuve varios obstáculos antes de comenzar esta travesía. Los dos más estresantes fueron: primero, no contaba con una moto hasta casi 10 días antes de la fecha de salida y, segundo, se rompió la camioneta que me iba a acompañar, dos días antes de emprender el viaje. Pero Dios fue poniendo ángeles en mi camino, que ayudaron a que estas situaciones no me desanimaran, más bien, me motivaran a seguir luchando por este sueño».
La aventura comenzó en Cabo Vírgenes, Río Gallegos, y así, Rodrigo recorrió la ruta 40 en moto hasta llegar a La Quiaca, Jujuy. «Mi objetivo, al compartir esta experiencia, es poder instar a otros a soñar y esforzarse por cumplir sus sueños», expresa Rodrigo Milla .
Fueron 42 días de viaje, más de 14 000 Km recorridos. Se distribuyeron más de 1300 libros, de los cuales 1200 fueron El Gran Conflicto, y varias entrevistas a personas locales.
«También corté el cabello a más de 40 personas, cada una de ellas con una historia diferente. La primera, por ejemplo, me ocurrió cuando pasaba por La Pampa, en mi camino a Cabo Vírgenes, desde Libertador San Martín. Para ese entonces ya había repartido libros, y pude compartir un poco la Palabra de Dios con la gente que me cruzaba, pero, aún me faltaba cortar el pelo. Tenía ese pensamiento constante en la cabeza y oraba diciendo “Señor, dame la oportunidad de cortar el pelo en algún lugar donde pare”».
En ese trayecto, por aquella ruta interminable, Rodrigo halló la respuesta a su súplica, aunque de una manera inesperada: «Entonces, recorriendo el medio de La Pampa, veo una camioneta que está parada en la banquina con el capó abierto y una pareja mirando el interior de este. Pensando que quizá podría ser de ayuda, paré, me bajé de la moto y les pregunté qué había pasado. Alexis, uno de los protagonistas de esta historia, me contesta “recalentó, y encima cuando abrimos el capó, saltó la tapa, no la encuentro por ningún lado, y no tengo agua como para ponerla en el auto”. Le contesté que se quedara tranquilo, que yo tenía agua y que me iba a quedar con ellos a acompañarlos hasta que se enfriara un poco el motor». Las manos, el rostro de este capellán de la Universidad denotan su asombro y la excitación por la respuesta que Dios había puesto ante él, «Comenzamos a charlar, y ahí me enteré de que eran nómades, viajaban de provincia en provincia con sus tres hijos, vendiendo cosas. Ellos también me preguntaron qué hacía yo, y aproveché a contarles de este proyecto “40 Millas”, cuando les comenté que también cortaba el cabello, vi que cruzaron una mirada cómplice entre ellos y sonrieron. Captando la situación, les digo: “Quieren que les corte el pelo”. A lo que, con entusiasmo evidente, me responden que sí».
A acercarse a la moto, buscó tijeras y demás implementos, en un contexto inhóspito, pero tranquilo. «Así que saqué mis elementos de trabajo, ellos proporcionaron una silla que tenían, Alexis se sentó y comencé a cortar. Fue desafiante por los vientos fuertes que azotaban, pero logré cortarle el cabello a él y a sus dos hijos». Continuando con su alocución sobre lo sucedido en aquél paraje pampeano, Rodrigo dijo «Luego de terminar, cargamos la bomba de agua, probamos que arranque la camioneta y ellos ya estaba listos para emprender nuevamente su viaje, por lo que empezamos a despedirnos. Por último, me despido de Rebeca, pareja de Alexis. Cuando terminamos de saludarnos, ella me mira y me dice: “¿Sabes qué? Yo venía pidiendo a Dios para que Alexis y los chicos puedan cortarse el pelo, ya que estamos yendo a Buenos Aires a visitar a mi familia por las fiestas, que no vemos hace varios meses. Y apareciste vos, acá, en el medio de La Pampa”. La miré, y le dije: “Yo también venía pidiendo a Dios poder cortarle el cabello a alguien, y aparecieron ustedes acá, en el medio de la nada”. Para mí fue una experiencia muy emotiva, emocionante, y que marcó el inicio de esta aventura “40 Millas”».
Mirando por el retrovisor del tiempo, y la de su moto, Rodrigo consignó: «Hoy, después de más de un año de haber vuelto, siento mucho agradecimiento hacia Dios. Por todas las situaciones que viví, todas las personas que conocí, porque el momento fue justo, ya que era pocos meses antes del inicio de la pandemia. También agradezco a todos aquellos quienes oraban por mí: familia, amigos, e incluso gente que yo no conocía». A lo que siguió diciendo «Mi objetivo al compartir esta experiencia es poder instar a otros a soñar. Todos podemos hacerlo, y es parte de la vida, y recordar que todo sueño misionero primero nace en el corazón de Dios».
Concluyendo, Rodrigo Milla, reflexionó acerca de esta oportunidad de servir y sentir a Dios tan cerca: «Sin importar que edad tengamos, ni de dónde seamos, es importante saber que hay que avanzar en esos sueños, ya que vienen de Dios. ¿Por qué? Porque cuando vamos en sintonía con lo que Dios tiene planeado para nosotros, las puertas se nos van a abrir. Esto no quiere decir que no habrá dificultades, sino que esos obstáculos serán parte de la misión».
Conocé más sobre el proyecto 40 Millas en Instagram y el sitio web.