septiembre 2021
“Pedrito”, el galeno discípulo y maestro
La Universidad Adventista del Plata despide con un hasta pronto al Dr. Pedro Tabuenca Rode quien, a los 94 años falleció el 29 de septiembre, en Libertador San Martín.
Entonces oí una voz del cielo, que me decía: «Escribe esto: “Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor”». «Sí—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan». Apocalipsis 14:13 (DHH)
Cada vez que tenemos en mente este texto bíblico no comprendemos los alcances de su mensaje hasta que, de forma íntima y personal, experimentamos la pérdida física de un ser humano que hizo más que vivir su vida. Es decir, que en su derrotero por este mundo dejó huellas, un testimonio que direccionó la vida de aquellos que lo rodeaban hacia la figura de su mentor: Cristo, su Señor. En esto meditamos como comunidad educativa de la Universidad Adventista del Plata (UAP), cuando pensamos en la persona del Dr. Pedro Tabuenca Rode, cuya vida fue una continua evidencia del verdadero significado de servir con excelencia.
Nació en la ciudad de Corrientes, Argentina, en 1927. Como hijo de misioneros cristianos se destacó como alumno en su paso por el Colegio Adventista del Plata. Estudió Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de la Plata (1947-1950), mientras realizaba diversas tareas dentro de la Facultad para sustentarse. Luego pasó a la Universidad Nacional de Buenos Aires en donde se diplomó como médico, en julio de 1954. Hizo la residencia en cirugía con el notable experto Dr. Ricardo Finochietto. Inmediatamente después de graduarse fue invitado para sumarse al cuerpo médico del Sanatorio Adventista del Plata (SAP), como médico y jefe de Cirugía, y más tarde en el puesto de director, entre 1967 y 1978.
Desde 1978 y hasta 1983 fue director general de la Clínica Médica Belgrano, en Buenos Aires. Regresó al SAP en 1983 como jefe del Departamento de Cirugía. Realizó estudios de perfeccionamiento en Estados Unidos y en Alemania. Fundó y dirigió por muchos años la Escuela de Salud, Prevención y Recuperación de Quimiodependencias de Libertador San Martín. Escribió numerosos artículos sobre temas de salud y dos libros.
Participó activamente en la creación de la UAP y en la organización de la carrera de Medicina que comenzó el primer año académico en 1994. Fue el primer decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, cargo que ejerció entre 1990 y 2002. Autor de numerosos artículos sobre salud y de dos libros: Goce de una vida sana y feliz (1975) y la obra autobiográfica Salvados para servir (2013).
Entre sus muchas acciones, se encuentra su denodado esfuerzo por materializar el proyecto de que la UAP cuente con su Escuela de Medicina. Junto a un grupo de notables visionarios pudo participar de la alegría de inaugurar, a los 67 años, la primera cohorte de la carrera de Medicina de la Universidad.
Su transitar por la vida fue de manera humilde y dependiente de la guía de Dios, cuestión que cada persona que trabajó a su lado pudo afirmar. Así lo atestiguan sus propias palabras: «Entendí que no tendría nunca que gloriarme, porque era Dios quien todo lo haría. Dos verdades preciosas volvieron a iluminar mi mente: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Y “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste ¿por qué te ufanas como si no lo hubieras recibido? (1Corintios 4:7)». Historia de la Universidad Adventista del Plata. Puerta a la excelencia y al servicio, del Dr. Juan Carlos Priora.
El Dr. Milton Mesa, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud y graduado de la primera cohorte de la carrera de Medicina de la UAP comenta acera del Dr. Tabuenca: «Era un médico consagrado, comprometido y convencido de su rol como médico misionero. Persona energética, rápido en la toma de decisiones. Muy decidido a la hora de abrirnos espacio o de tomar decisiones para sus pacientes como buen cirujano. Siempre admiré su consagración a Dios. A lo largo de los siete años que lo tuve como docente y decano pude ver consistentemente como él tenía una vida de entrega al Señor, y permeaba su vivencia espiritual en cada una de las cátedras en las que él estaba como docente, independientemente del área».
Al recordarlo en las aulas, el Dr. Mesa decía sobre su profesor: «Recuerdo que el cantaba en las clases, nos enseñaba coritos para que nosotros pudiésemos repetir mientras caminábamos o al momento de realizar alguna actividad. Era una persona decidida a la hora de presentar los temas con fuerza y convencimiento; nos desafiaba a leer e investigar, pero también a desarrollar nuestra propia manera de encarar al paciente y de poder aplicar los conocimientos que los profesores nos enseñaban. También, nos retaba a ser atentos y solidarios, siempre dedicando tiempo para ayudar a los demás».
También, el Dr. Daniel Heissenberg, vicedecano de la FCS y exdirector de la carrera de Medicina, comparte su experiencia de vida con el galeno correntino: «En 1995 vine a realizar mi residencia en el SAP y tuve la oportunidad de que, en una de las rotaciones por los distintos departamentos, me tocó realizarla con el Dr. Tabuenca. Me llamó la atención su forma de ser. Una persona muy sencilla, con un buen sentido del humor, muy humilde y su capacidad de avanzar a pesar de las dificultades. Un ejemplo de perseverancia, de buen trato, de paciencia y con un gran don para relacionarse con cada persona que estaba a su alrededor. Además, desde 1996 hasta el 2000 tuve el privilegio de ser docente de la UAP, momento en que el Dr. Tabuenca fue decano de la Facultad de Ciencias de la Salud. Los alumnos de esa época, que lo conocían de cerca (es decir, todos), lo apreciaban mucho y tenían una profunda admiración hacia su persona».
Después de que el Dr. Tabuenca terminó su labor de gestión en el decanato siguió siendo docente hasta casi el año 2010. Luego de esto se retiró para pasar tiempo de calidad con su familia. «“Pedrito”, como lo llamaban sus afectos, es el ejemplo número uno que tengo del médico misionero –señala el Dr. Heissenberg–. Era de esos profesionales que no tenía horario, ni circunstancia que impidiera que él pudiese pasar momentos de calidad con sus pacientes. Se desvivía por la salud de sus pacientes, y no solo se ocupaba de la sanidad física, sino también de la espiritual. Su ocupación no era solamente responsabilizarse por la salud de las personas, sino también era su motivación el llenar a la gente de esperanza y enseñarles acerca de Dios. Era el médico que tenía la Biblia en su consultorio y en su vida como el manual de todos los manuales».
Como decano fundador, el Dr. Tabuenca marcó la línea y el rumbo de la carrera de Medicina. También fue el pionero de las carreras de Kinesiología y Nutrición, ya que gestó las bases de la educación de estas propuestas académicas que tiene la Universidad. Gracias a su legado, el perfil del egresado en estos 25 años de la Escuela de Medicina de la UAP se mantuvo de la misma manera que trazó: vocación de servicio y la ayuda pronta a pesar de cualquier circunstancia, reconociendo a Dios como Creador y como fundamento de la actividad restauradora que tiene sobre la vida de las personas. «Considerando su trayectoria y todo lo que dejó por esta Institución, solo encuentro dos adjetivos que definen la obra del Dr. Pedro Tabuenca: “Decano fundador”, definición por su rol preponderante para la creación de la carrera; y, “hombre de Dios”, título que lo describe a él como persona, profesor y médico», concluye el Dr. Milton Mesa.
Por último, UAP Noticias habló con el Mag. Horacio Rizzo, rector de la Universidad sobre el legado del Dr. Pedro Tabuenca, a lo que expresó: «En este 2021 esta Casa entregará el título de Médico al graduado número mil desde los inicios de esta carrera. Es significativo ser testigo de este hecho histórico. A la vez, cada galeno egresado de la UAP lleva en sí este compromiso, esta impronta que nos regaló el Dr. Tabuenca: servir como Jesús lo hizo». Continuando con su alocución, el Mag. Rizzo, concluyó: «Muchos médicos salidos de la Universidad están distribuidos por todo el mundo, confirmando el legado del Dr. Pedro Tabuenca, compartiendo el valor de la salud como mano derecha del evangelio en la misión salvífica que Dios dispuso a su pueblo, preparando el camino para el pronto retorno de Jesús. Esta nos es una despedida definitiva Dr. Pedro Tabuenca (“Pedrito”), y así como tu vida lo demostró, anhelamos pronto ver juntos a Jesús, en su segunda venida, presto a buscarnos y cumplir con su promesa de vivir eternamente con Él. Hasta pronto querido Pedro, tus obras te acompañan».