Más que un sueño cumplido, una bendición de Dios.
Hola soy Benjamín Tigasi, aborigen de la parroquia de Guangaje, una región montañosa en Pujuli, provincia de Cotopaxi en Ecuador. Y el hecho de que estés leyendo mi historia es un milagro de Dios. Soy el primero en mi familia que logra ir a la Universidad, la mayoría de los jóvenes de mi tierra terminan sus estudios secundarios y se dedican a la albañilería, al pastoreo de ovejas o al cultivo de la tierra. El promedio de los que van a la Universidad es de un 0,1% del total de la población, por lo que quiero contarte como llegué a recibir una bendición tan grande.
Tenía 15 años comencé a asistir a la iglesia, todavía no era adventista, pero concurría a varias iglesias de otras denominaciones. Al conocer sobre el amor de Dios, sentí el llamado a compartirlo con otros. Todavía no sabía que existía una carrera de Teología ni donde podía cursarla pero de lo que estaba seguro era de ese llamado en mi corazón.
A los 16 años, conocí a un hermano llamado Antonio Tipantuña, anciano de iglesia en Pujilí, y me uní al grupo que él estaba formando llamado “Veinte milla”, donde comencé a recibir estudios bíblicos. El 2 de Noviembre del 2013 decidí bautizarme y junto al hermano Antonio íbamos todos los días a la montaña donde estaban los nativos de mi tierra, para compartir el evangelio. Comencé a predicar, a dirigir varios grupos pequeños, daba estudios bíblicos y en la noche hacía la escuela secundaria donde juntaba a los cursos en el auditorio y también les predicaba.
Al año siguiente, Cristian Chuchilan, un amigo que asistía al grupo “Veinte milla”, me invitó a mi primera campaña de colportaje. Mi amor por Jesús crecía más y más a tal punto que en esa campaña en vez de vender libros, me la pasaba dando estudios bíblicos.
En el 2015 me gradué y colporté durante un año y medio. Fue en esa campaña donde conocí a unos amigos que me comentaron sobre la UAP y especialmente conocí a una señora llamada Sandra Chávez, la cual fue una influencia en mi deseo de venir a la UAP. Pero por más lindo que fuera ese sueño, financieramente era imposible. Sin embargo yo tenía en claro que para Dios nada es imposible, era cuestión de fe. A finales del 2016 cerré mi campaña de colportaje y sin tener la beca completa me vine a la UAP solo con mi pasaporte y los papeles legalizados para estudiar Teología.
Pero el hecho de llegar a la Universidad fue solo una de las bendiciones. Mi idioma natal es el Kichua por lo que el primer año que estuve fue una prueba extrema, no podía entender lo que decían los profesores y tardaba el doble de tiempo para realizar las diferentes actividades. Para que tengas una idea, ese año no pude promocionar ninguna materia, todas me quedaron en instancia de finales. Entre en depresión por la impotencia y el miedo al fracaso, pero fue ahí donde me di cuenta que la UAP es más que un sueño, es una bendición. Los profesores y el decano de la Facultad de Teología estuvieron para mí cuando más los necesite, sinceramente de no haber sido por ellos yo me hubiera vuelto a mi tierra natal a sembrar o pastorear ovejas. Pero la UAP tiene ese enfoque en servir, y no solo en que nosotros sirvamos con lo que estudiamos, sino que hay una actitud de servicio por parte de quienes nos enseñan. De esta forma nos brindan una educación que va más allá de lo académico, una educación que transmite valores, una educación que cambia tu visión de la vida.
Hoy en día estoy en 2do año de la carrera, he promocionado el 90% de las materias y es un logro increíble para mí porque me muestra como Dios está al control de mi vida y día a día me afirma que me llamó para estar donde estoy. Mi sueño, luego de terminar Teología, es estudiar Enfermería para ir como misionero a la ventana 10/40 y luego volver a mi tierra natal para motivar a otros chicos como yo para que sean profesionales al servicio de Dios, porque cuando conoces a Dios no hay nada imposible.
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