13
marzo 2019

Mag. Horacio Rizzo: «Que nuestro contrato institucional sea aprender toda la vida»

El 11 de marzo, durante el acto de inicio del ciclo lectivo 2019 de la Universidad Adventista del Plata, llevado a cabo en el Auditorio Mayor de la institución, el Mag. Horacio Rizzo, rector, tuvo la responsabilidad de brindar el discurso de bienvenida y de apertura de un nuevo año académico.

A continuación, UAP Noticias comparte la totalidad del mensaje brindado por el Mag. Rizzo ante la comunidad educativa universitaria:

«Al iniciar el ciclo lectivo 2019 de tu casa y mi casa, la Universidad Adventista del Plata (UAP), como rector de esta Institución y Casa de Altos Estudios, quiero darte la bienvenida a este tiempo y espacio de formación.

Reciban un abrazo fraterno nuestros alumnos que vuelven para continuar sus carreras y, el mismo gesto, para quienes se incorporan como alumnos que inician su proceso de formación.

Una bienvenida especial a las familias de ambos grupos, algunos presentes y otros siguiendo a sus hijos desde la distancia. Tenemos 41 nacionalidades representadas, que hacen que debamos trasponer muchas fronteras para abrazar a las familias de nuestros alumnos; 23 (el total del territorio) las provincias argentinas que deberíamos visitar si quisiéramos conocer los lugares de dónde provienen los nacidos en este país; 348 alumnos entrerrianos representan casi la totalidad de los 17 departamentos de Entre Ríos que envían hoy sus hijos a estudiar aquí.

En este arranque de año quiero contarte cómo concibo la Universidad. Hasta hace pocos días la soledad de este campus era tal, que su definición se reducía a “una suma de edificios”. Claro que necesitamos ser cobijados por paredes y techos, pero la UAP es mucho más que edificios. Así la veo y la concibo desde de su misma reforma, cuando se escuchaban declaraciones como las que pregonaban algunos de sus referentes: “Hay que hacer de nuevo las universidades, nuevos planes, nuevas orientaciones; no basta modificar un estatuto, no es suficiente hacerlo más amplio; el tipo de sociedad que está naciendo exige cosas que antes eran inconcebibles, y la universidad debe abrirse como una flor a todos los vientos, debe enviar su perfume a todas partes, debe vivir la vida de todos y tener por límite el horizonte”.

No es la suma de los edificios: es una construcción, un proyecto conceptual, cultural, social y religioso, que hace esquina con la comunidad y la región en la cual se desarrolla, de la cual recibimos, procesamos, reformulamos y devolvemos. La propuesta es responder a las necesidades del medio, a la nueva realidad social y laboral.

Desde lo Académico, reconociendo la necesidad de una mayor articulación entre todos los sectores, en especial la disciplinar.

Desde la Gestión, dejando en ocasiones modelos no convencionales para dar lugar a toda suerte de innovación que permita mantener este equilibrio entre nuestra responsabilidad social, el resguardo de la calidad y el crecimiento económico financiero.

Hace pocos días fui invitado a compartir, con la mesa chica del Consejo de Rectores de Universidades Privadas Argentinas (CRUP), una visita al presidente de la Nación, Ingeniero Mauricio Macri, componiendo un equipo de siete rectores de las principales universidades privadas del país. El único punto de agenda que nuestra delegación llevaba era la elaboración de una Ley de Mecenazgo, cuyo fin persigue impulsar la vinculación entre la empresa y la universidad, con el objetivo de financiar la investigación.

El proyecto seguirá su curso, prosperará o correrá la misma suerte que tantos buenos proyectos, es decir, dormir en algún viejo mueble de una oficina centenaria de Bs. As. Pero quiero llamar la atención a un pedido que nos hizo el presidente, dando lugar al diálogo: “Ustedes, las universidades, deben cambiar la cultura del país”. Tuve la oportunidad de responder y de pedir en forma rápida: “Sr. presidente, la forma de cambiar la cultura es incorporar nuevamente al trabajo, en forma seria, en el proceso de formación universitaria. Si consideramos el desafío que enfrenta la universidad en la actualidad, a saber, el de profundizar la calidad de la formación de sus estudiantes, desarrollar programas de investigación pertinentes a las realidades sociales y garantizar la transferencia del conocimiento, la evaluación universitaria se convierte en uno de los principales puntos de su agenda”.

Hace tiempo leí el libro Ante el Fin de la Historia, en donde Jorge García Venturini, reflexiona: “Sobre todo el relato de la humanidad, en vez de una historia de hombres, nos han contado una historia no replicable de héroes y semidioses”. Realiza una especie de strip-tease metafísico de los supuestos intocables que rigen la vida de la sociedad contemporánea. Pero algunos de sus comentadores nos dicen que, si un cataclismo aconteciera, un libro así sería el eslabón entre dos eras. Porque lleva a ver a hombres y mujeres de carne y hueso, con historias replicables, y que quizá sea el momento de la innovación fuerte para salir de los pantanos en los cuales podamos estar anclados. Nuestra historia está repleta de epopeyas y sacrificios, pero que son replicables.

Para ello, es indispensable que tengamos el coraje de soñar. Para muchos el sueño parece la claudicación ante la realidad, una situación de esclavitud ilusoria entre el pasado y el futuro.

Pero soñar no es abstraerse de la realidad, es ir a su encuentro desde un repertorio de ideales. Los hombres y mujeres que tienen ideales no provienen del pasado, ya que el pasado condiciona el presente, por la monotonía de la repetición.

Soñar es venir desde el futuro hasta el presente con ideales que uno aspira a que incidan sobre presente y permitan transformar lo monótono en sinfónico.

Soñar, en suma, es estar desvelado por un presente mejor, y no por un futuro mejor.

Pero en este presente, mientras soñamos, miramos el pasado solo para aprender del fracaso. Hacer del fracaso nuestra fuente de aprendizaje, tomándolo como el punto de partida para la reconstrucción.

De otra forma le podemos preguntar a Sarmiento, ¿fue fácil la escuela pública?

A Belgrano, ¿si le resultó fácil dirigir el ejército del Norte?

A San Martin, ¿cuáles fueron las complicaciones del cruce de Los Andes?

De la misma manera podríamos requerir al fiscal Nissman… o a Vélez Sarsfield…

Thomas Friedman, columnista de The New York Times, dijo estando en Argentina: “Aprender durante toda la vida, es nuestro nuevo contrato social”. Queridos docentes, apreciados funcionarios, estimados alumnos, quiero invitarlos a que nuestro contrato institucional sea aprender, aprender y aprender. Aprender este año, aprender durante toda la vida».

Nota de redacción: El editor desea aclarar que, lo publicado en esta nota son las anotaciones que sirvieran de ayuda memoria para las palabras de bienvenida del Rector, y contienen algunas de las ideas generales que fueran expresadas en el acto de inicio de clases 2019. Este no es el discurso textual.