29
noviembre 2018

Libertad religiosa, una declaración

El 25 de noviembre se recordó el Día de la Libertad Religiosa. Esta jornada de concientización remite a igual fecha de 1981, momento en que se produjo la proclamación por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) de la «Declaración sobre la Eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones». Este consenso de voluntades explicitó derechos para los individuos como para las comunidades religiosas y se convirtió en el instrumento internacional que más enfáticamente proclama el derecho fundamental a la libertad religiosa.

UAP Noticias dialogó sobre este recordatorio con el Dr. Juan Martín Vives, director del Centro de Estudios sobre Derecho y Religión (CEDyR) que funciona en la Universidad Adventista del Plata (UAP): «En los organismos internacionales, como la ONU, existe una declaración universal por los Derechos Humanos (una expresión de intenciones) y dos tratados internacionales: el Pacto de Derechos Civiles y Políticos; y el Pacto de Derechos Sociales y Económicos. Esto es ley que rige en un buen número de países, incluida la Argentina. Este proceso se dinamizó en las décadas de los 40 y 50, para terminar de gestarse en los 60. A partir de entonces se empezaron a concretar los derechos específicos (derechos de la Mujer, de los Niños, de los Discapacitados, entre otros) y se fueron firmando tratados definidos para que aquellos grandes ideales, tuvieran forma concreta. ¿Qué pasó con la Libertad Religiosa? Nunca se pudo llegar a este nivel. Por años se intentó alcanzar un tratado internacional en donde las naciones alcanzasen un acuerdo de cómo abordar este tema. En 1981, ya en un grado de algo de frustración en tanto intentar, se alcanzó a materializar una declaración y este es el documento en Libertad Religiosa más importante que se tiene hasta ahora, siendo esta no obligatoria para los países integrantes de la ONU. En este manifiesto se pone sobre el tapete un concepto, el qué se entiende por Libertad Religiosa. Pero, además, también se explicita la incapacidad de la naciones en ponerse de acuerdo sobre este tema, en el qué implica respetar este derecho».

Consultado acerca de que, en este tipo de debate, es imposible no ver las injerencias políticas y religiosas, sobre todo en países en donde ambas cuestiones no están tan separadas, el Dr. Vives explicó: «Aún hay muchas naciones que sostienen que esta separación es una anomalía. Es decir, un experimento de algunos países, sobre todo en culturas occidentales. Por ejemplo, en la Argentina, este ha sido un ensayo incompleto, nunca se alcanzó una separación de la Iglesia con el Estado. Así, en países como Brasil o Estados Unidos, este proceso se dio en una forma más acabada. Pero, en la actualidad, estos últimos lugares que mencioné, han vuelto a acercar ámbitos que estaban separados. Si uno observa el mapa mundial, en la mayoría de las naciones, lo político y lo religioso está bastante mezclado. Este panorama impide un acercamiento que pueda resultar en un tratado sobre Libertad Religiosa».

Más allá del panorama explicado, se le preguntó al director del CEDyR cómo se trabaja desde este espacio para abordar este tema, a lo cual consignó: «Desde hace tiempo estamos tratando de alcanzar a concretar un tratado americano sobre esta cuestión. Esta idea surge del razonamiento “es difícil ponerse de acuerdo con los países orientales o musulmanes, por qué no intentamos hacerlo con las naciones vecinas”. Por tal motivo, hace unos tres años, se redactó un borrador (en el cual el CEDyR tuvo injerencia al momento de su redacción), que pasó por distintos canales diplomáticos. Ahora su tratamiento pasa por lo político y un acercamiento entre las naciones. La idea es que la Argentina lo pueda viabilizar a través de sus carteras diplomáticas como un proyecto propio o, así también, otro país que tome esta responsabilidad. La realidad del continente americano es que es muy difícil que Estados Unidos firme un tratado de estas características; por el contrario, esta nación va en sentido opuesto y se está desembarazando de antiguos tratados. Pero, a pesar de esto, este sería un primer paso en mostrar que, desde América se puede alcanzar un consenso que supere a la declaración de intenciones».