3
junio 2021

El servicio que sana

Sonia Haakwenda, oriunda de Lusaka, Zambia, llegó a la Universidad Adventista del Plata (UAP) en el año 2012 con dos sueños: ser médica y aprender español. Hoy, casi una década después, y con menos de un mes antes de rendir su última materia teórica, nos cuenta su historia.

Desde muy pequeña, era mi anhelo poder servir en el área de la Salud, ya que me daba cuenta sobre las necesidades que existen y, más aún, de médicos integrales, con la visión de que Dios puede sanar. Toda mi familia sabía que algún día sería la Dra. Sonia, y me lo recordaban llamándome de esa manera.

La Universidad Adventista del Plata (UAP) fue la institución que elegí para poder cumplir mi llamado al servicio, ya que compartía los mismos ideales con los que crecí, tenía un buen programa de Medicina con docentes que, además de enseñar a tratar y curar a los pacientes, se caracterizaban por compartir la esperanza de Jesús, el Médico de los médicos; y, también, porque desde niña fue mi deseo aprender español y, aquí en Argentina, lo iba a cumplir.

Tenía expectativas muy altas antes de llegar, pero intentaba siempre tener una mente abierta porque sabía que, como era una cultura distinta a la mía, algunas cosas podrían chocarme. Pero al ser una universidad internacional y convivir dentro del Campus, pude rápidamente adaptarme y formar un gran grupo de amigos con los que comparto hermosos recuerdos hasta el día de hoy.

Antes de poder comenzar a estudiar Medicina, hice el programa de Castellano como Lengua Extranjera (CLE), aquí en la UAP y durante 5 meses, para poder luego abocarme totalmente a la carrera que quería seguir. Después, rendí el examen de ingreso a Medicina, y por la gracia de Dios, aprobé.

A medida que fui avanzando en mi carrera, sentí la necesidad de compartir mi don y pasión por la música con otros. Cantaba en la iglesia, en eventos, compuse canciones, siempre contando, compartiendo el mensaje de que una relación con Dios nos lleva al verdadero servicio, y que es nuestra misión llegar a otros para compartir el amor que Él nos da.

Fueron años en los que tuve que poner todo de mi parte para poder seguir adelante. Solamente fui dos veces a mi casa en Zambia, y la última fue en 2015, por lo que estoy muy emocionada por terminar y volver a mi patria.

Gracias a Dios, no tuve que cursar materias durante la pandemia, ya que las había terminado antes. Me queda un solo examen por rendir, Cirugía II; luego comenzaré las prácticas rotatorias, que son el último paso antes de culminar mis estudios en esta Universidad.

Mi anhelo es servir y ser una médica diferente, dando amor y siendo un rayo de sol para que cada persona que se cruce en mi camino pueda ver que la sanación espiritual es tan importante como la física.

La Universidad Adventista del Plata me ayudó a crecer como persona y como profesional. Llegué con 19 años y hoy, con 28, puedo decir que me convertí en quien soy en parte gracias a la familia de la UAP. Estoy sumamente agradecida a mis docentes, las preceptoras en el hogar, mis compañeros, y a la comunidad de Libertador San Martín por haber sido parte en este proceso de adaptación, crecimiento y triunfos.

Sonia Haakwenda

Redactado y editado por UAP Noticias