11
junio 2020

Cuando Dios provee del ambiente ideal para crecer

La Lic. Danisa Yañez, egresada de la UAP, comparte su experiencia personal y espiritual como voluntaria en la República Democrática del Congo.

¿Alguna vez hiciste yogurt casero? A groso modo te cuento que se prepara la leche a cierta temperatura y condiciones para formar el ambiente necesario para introducir unas bacterias que van a formarlo.

No, esto no es una receta de cocina, es un testimonio, pero recordá este proceso al final.

Mi nombre es Danisa Yañez, egresada de la Universidad Adventista del Plata (UAP) en Kinesiología y Fisiatría. En el 2010 tuve que conocer a Dios mediante el dolor de la perdida de mi hermano de 13 años por un tumor cerebral que en 3 meses terminó con su vida. Último año del secundario y totalmente ajena a Dios recibí los estudios bíblicos por Eduardo Zakim, que con paciencia me acompañó hasta el bautismo y me mostró la UAP para seguir mi formación. Casi sin recursos, con mucha oración, trabajo y con personas que actuaron como ángeles, me gradué en 2018. Creí que mi «conversión» estaba marcada sólo por ese punto específico de mi vida. Estaba equivocada.

Punto de inflexión

Estudiando para rendir el examen de Residencias de CABA hablo con un amigo, kinesiólogo, egresado de la UAP, empleado de la clínica donde me desempeño al sur de República Democrática del Congo, quien me avisa de la vacante del voluntariado. ¡Voy!

Al llegar todo fue desafiante, el idioma (francés y swahili principalmente), trabajar atendiendo a pacientes de todas las edades y patologías, la cultura, los hábitos de la gente, la percepción de la kinesiología, el valor de la vida, la conciencia del ejercicio y la formación es un lugar con tanto para aprender, entender y asimilar.

Flaqueza

Soledad emocional, dolor, insuficiencia, limitaciones y miedo al futuro, Dios pidiéndome que viva de acuerdo con sus principios, que deje de alejarme siguiendo mis decisiones, cumplía mi sueño de ser voluntaria en África sin ponerlo a Él en el primer, último y mejor lugar.

Enseñanza

Le decimos Foseka, que es su apellido, paciente que luego de un accidente de auto se lesionó la médula espinal quedando cuadripléjico, paralizándole piernas y brazos. Hace aproximadamente seis meses tengo el lujo de verlo tres veces por semana, con una sonrisa grande y reluciente, no se ha quejado un sólo día de la condición en la que vive. ¡Nunca!, pero nunca se enojó con Dios, se frustró o deprimió. No digo que esto siempre sea así, destaco el esfuerzo que hace al mantener esta actitud a la vida, la resiliencia que lo caracteriza.

Ahí me encontraba, enfrentando mi queja con su optimismo, mi miedo con su valor, yo veía las circunstancias y él a Dios.

En qué situación me encuentro hoy, fabricando yogurt. Dios me brinda un ambiente propicio para hacer crecer esa «bacteria» a la que llamo Espíritu Santo, para que logre firmeza a través de los ejemplos de vida con los que trato día a día, para enseñarme el valor del servicio, la abnegación y el propósito de mi juventud, me forma acá para servirlo donde Él quiera. Me pide que lo entronice en mi corazón y que deje mis propósitos egoístas. Y seguro me llevará donde y cuando Él quiera.

Lic. Danisa Yañez