8
abril 2021

“Proyectando sin límites”

UAP Noticias conversó con Martina Gómez de La Fuente, estudiante del cuarto año de la carrera de Comunicación Social, quién fue voluntaria en 2019 en Tailandia, acerca de esta experiencia.

UN:  Para entender tu misión durante tu estadía en este lugar tan lejano ¿Cómo viviste tu práctica en Hope Channel?

 MG: Luego de esperar un voluntariado en España, en el año 2018, y no haber sido seleccionada no dejé de insistir, hasta que recibí la noticia de que sería parte del equipo en Hope Channel, aunque en Tailandia. Allí, Hope Channel es como acá Nuevo tiempo, pero no sólo para cierta denominación, sino que es para el público en general. Además, se transmite no como un canal de televisión sino a través de internet.  En éste se desarrollan programas sobre múltiples temas, como salud, educación, etc.

UN:  ¿Fue una decisión complicada decir “hago un paréntesis de mi carrera y me voy a Tailandia”?

 MG: La verdad es que no, sabía que quería tener esa experiencia y ser voluntaria, creo que desde chiquita lo sabía y cuando se me dio esta oportunidad y Dios me mandó esta chance de poder irme al otro lado del mundo, no lo pensé dos veces y dije que sí.

  Recuerdo, que cuando me dieron el ok, desde Tailandia, mis padres no tenían ni idea. Era un domingo de noche, a las dos de la madrugada. Los llamé y les dije: “Ma, despertarte no sabés lo que me pasó, me voy a Tailandia”.

UN: ¿Y tus padres que dijeron?

MG:  Mi mamá estaba más de acuerdo que mi papá, ya que él dudaba por la distancia. Con el tiempo, lo logró aceptar.

UN: ¿Qué papel jugó el Servicio Voluntario Adventista (SVA)?

MG:  El papel principal, la verdad. Antes de irme hice Escuela de Misión aquí en la UAP, y lo recomiendo, porque me ayudó y dio herramientas para el servicio que no sabía que necesitaba. Esta decisión de capacitarme fue en conjunto con los capellanes de la Universidad y con los distintos profesores que me apoyaron. Ellos fueron los intermediarios que me facilitaron el seguro médico, y me contuvieron.

UN: ¿Es un cambio abrupto insertarse en otra cultura?

MG:  Totalmente abrupto, porque la cultura es completamente diferente a la de Argentina, a la de Sudamérica, uno dice “ah me voy de vacaciones a otro país”, pero no, es totalmente distinto.

UN: ¿No es sólo una cuestión del idioma?

 MG: No, en otros aspectos también, por ejemplo, la comida es picante y no se consumen pastas. Yo fui con la idea de culturizar a las personas, y tuve la oportunidad de enseñarles a hacer pizzas y lasaña a dos compañeras de Malasia.

UN: ¿Qué fue lo más difícil de esta experiencia?

 MG: Creo que fue no poder comunicarme con las personas el ciento por ciento como quería. Yo hablaba el inglés con mis pares, con mis mentores.  Pero allá hablan el tai y yo no tenía ni idea. La cultura es muy distinta y extrañaba los abrazos, porque hacen falta.

 La gente en Asia tiene una burbuja personal que no podés invadir. La falta de afecto, la falta de comunicación verbal y no verbal costó mucho. Pero creo que Dios fue el traductor más increíble que pudo haber, porque cuando no sabía qué hacer o donde ir aparecían ángeles que me guiaban.

UN: ¿Te perdiste alguna vez?

MG:  Si, varias veces tomé el tren equivocado y me iba al otro lado de la ciudad, no tenía señal o wifi pero la gente es muy amable en ese sentido. Por eso digo que la saqué muy bien.

UN: ¿Qué fue lo más lindo?

MG:  También la gente. No todo es lo que nosotros pensamos de Asia, tenemos muchos preconceptos, y sin embargo la gente adventista es tan distinta, pero a la vez tan igual a este lado del mundo, y compartir con ellos una vivienda, la iglesia, adorar al mismo Dios, fue muy enriquecedor.

 UN: ¿Por qué?

MG: porque creemos en las mismas cosas, pero es distinta la manera en la que nosotros hacemos otras. Por ejemplo, algo que me chocó mucho el primer sábado que llegué a la iglesia, fue que me tuve que sacar los zapatos para entrar. Son distintas formas de adorar pero que a la vez te hacen estar un poquitito más cerca de Dios.

UN: Vos te estás formando en la carrera de Comunicación Social ¿qué te dejó esta experiencia como voluntaria en poder desarrollar tus competencias en esta área?

 MG: Me desarrollé en cámara, fui directora de piso, reportera, secretaria, limpiaba los pisos. Era un equipo muy chiquito y gracias a Dios pude hacer todo y fue una experiencia enriquecedora. Es una vivencia que te llena espiritual y profesionalmente. Vas a hacer algo relacionado con tu carrera o no y te abre la cabeza y nuevas posibilidades.

UN:   En este proceso seguramente muchos chicos están pensando en aventurarse en este tipo de experiencia

MG:  Seguramente. Es importante destacar que se debe salir a buscar las oportunidades porque no van a venir. Los aliento a no desanimarse y ponerse las pilas. Orar y pedirle a Dios guía.

UN: Te Involucraste para crecer en el ámbito profesional y en lo espiritual ¿te acercó más a Dios?

MG:   Fue una experiencia fuerte porque me tenía que amoldar a la cultura y fueron un año y medio sin ver a mi familia, entonces me acercó a Dios porque realmente en esos lugares Él fué en quien yo podía confiar y apoyarme y decir “necesito fuerzas para reponerme o gracias porque me libraste de algo”. Dios estuvo conmigo y mi relación con él se afianzó y superó expectativas que yo tenía de poder amar a alguien.

 UN:  La UAP propone, no solamente formarte en una rama profesional, desarrollar relaciones sociales en un campo multicultural, sino catapultarte a otros proyectos más elevados.

 MG: Claramente, después de recibirme proponerme proyectos sin límites es posible, pues ya tuve la experiencia necesaria para los fundamentos de éstos.

La UAP anhela que los futuros profesionales que se forman en su campus se brinden al mundo, motivados por el deseo de contribuir a los demás con la ayuda que necesiten. ¡Los límites no existen cuando las ganas de ayudar son grandes y el llamado a hacerlo proviene de Dios!